El valor se
puede referir como todo objeto en cuanto qué guarda relaciones
de adecuación con otro objeto. Esto
significa que cualquier objeto puede ser valioso, todo depende de
su armonización con otras cosas. Dicha armonía o integración
no depende de que el sujeto la capte o no; el sujeto no crea esa
armonía, sino que se da mucho antes de que el sujeto la descubra
y la observe.
Esa
es la base de la objetividad de los valores. Además, un valor
tiende siempre hacia dos polos, dado que la adecuación o armonía
entre dos cosas puede tener, incluso grados o gamas entre los dos
polos que suelen considerarse, esta es la base de la bipolaridad.
Además los valores poseen otra característica, son
preferibles, es decir, muestran un cierto atractivo a las facultades
humanas.
Los
valores también son trascendentes, es decir, los objetivos
valiosos no agotan el concepto o esencia del valor que entrañan,
esta es la diferencia entre valor y bien. Una última característica
de los valores es que son jerarquizables; es decir, todos ellos,
guardan entre sí un cierto orden en relación con las
preferencias y características del ser humano.
La
Objetividad del Valor.
Decir que los valores son objetivos equivale a decir que éstos existen
en la realidad independientemente de que éstos sean conocidos o no.
En cambio afirmar la subjetividad de un valor quiere decir que los valores
son creados por el sujeto.
La Bipolaridad de los Valores.
Cuando hablamos de valores se puede notar una característica peculiar,
siempre se consideran en pares, por ejemplo: belleza y fealdad, verdad y falsedad,
bondad y maldad. Ahora bien en la mente humana podemos detectar varias escalas
que utiliza ésta para referirse al tema de los valores, aun cuando siempre
van de un polo superior hasta otro inferior y viceversa, en el fondo se vislumbran
diversas estructuras noéticas con las cuales nosotros catalogamos y
damos peso a esos dos polos y además ordenamos los valores intermedios
entre los dos puntos extremos.
La Preferibilidad de los Valores
Esta propiedad es el mismo corazón del valor. Consiste principalmente
en esa particularidad por lo cual los valores atraen la atención hacia
sí mismos la atención, las facultades y, en especial, la voluntad
del hombre que los capta. Cuando el hombre se encuentra enfrente de varias
cosas, este prefiere las que encierran un valor.
Esta característica de atracción surge ante la imperfección
que muestra el ser humano y la necesidad que tiene éste de eliminarla,
complementándose con otros objetos, otros entes que de alguna manera
llenan o satisfacen su hambre de desarrollo y de plenitud. A partir de esta
polarización: el atractivo de los valores por un lado y la precariedad
humana por el otro, el valor se ha convertido en el satisfactor normal de la
naturaleza humana imperfecta y necesitada. El valor es el alimento del ser
humano como tal, es el ente que se adecua a la naturaleza humana dada su calidad
de ente en desarrollo y evolución. Captar los valores es lo mismo que
reconocer el alimento adecuado, la propia naturaleza, a las propias facultades
necesitadas de algún complemento que las satisfaga.
La trascendencia de los valores
Otros de los aspectos por los cuales los valores son preferibles es por su
trascendencia, trascender significa estar mas allá; por lo tanto;
este término nos indica que los valores sólo se dan con perfección
mas allá de este mundo, no aquí. Y al buscarlos nosotros
y aceptarlos como una guía en nuestros actos, nosotros trascendemos
con ellos.
La Jerarquización de Valores
Existe una gran cantidad de valores, pero pueden ser ordenados dentro de una
jerarquía que muestra la mayor o menor calidad de dichos valores
comparados entre sí. Es claro que no es igual lo material que lo
espiritual, lo animal o lo intelectual, lo humano o lo divino, lo estético
o lo moral.
Por lo tanto para dicha clasificación utilizaremos el criterio de que
el valor será más importante y ocupará una categoría
más levedad en cuanto perfeccione al hombre en un estrato cada vez más íntimamente
humano.
Entonces de acuerdo con este criterio tenemos que los valores se pueden clasificar
en:
1. Valores Infrahumanos. Son aquellos que perfeccionan
al hombre en sus estratos inferiores, en lo que tienen en común todos
los seres, aquí se encuentran valores como son el placer, la fuerza
la agilidad, la salud, etc. Todos estos pueden ser poseídos por los
mismos seres.
2. Valores Humanos Inframorales. Son todos los
valores humanos, aquellos que son exclusivos del hombre, que perfeccionan los
estratos que sólo posee un ser humano, como lo son:
a) Valores
económicos. como la riqueza, el éxito, todo
lo que expansione la propia personalidad (valores eudemónicos).
b) Valores noéticos. Son los valores referentes
al conocimiento, como la verdad, la inteligencia, la ciencia.
c) Valores Estéticos. Como la belleza,
la gracia, el arte, el buen gusto.
d. Valores sociales: como la cooperación y cohesión social, la
prosperidad, el poder de la nación, el prestigio, la autoridad, etc.
3. Valores Morales. Son las virtudes como la prudencia,
justicia, fortaleza y templanza. Estos valores son superiores a los anteriores
debido a que los valores morales dependen exclusivamente del libre albedrío,
en cambio los otros dependen además del libre albedrío de otros
factor, por ejemplo la riqueza (puede heredarse), así como el grado
de inteligencia y buen gusto. Además los valores morales ayudan al hombre
de tal modo que lo hacen más hombre, en cambio los inframorales solo
perfeccionan al hombre en cierto aspecto, por ejemplo, como profesionista,
sabio, artista, etc.
4. Valores Religiosos. Son los valores sobrehumanos,
sobrenaturales. Son una participación de Dios que está en un
nivel superior a las potencias naturales del hombre. Son pues la santidad,
la amistad divina (gracia), la caridad y en general las virtudes teologales.
Estos valores perfeccionan al hombre de un modo superior, ya no solo de lo
que tiene más íntimo como persona, sino en un que no está dentro
de los moldes naturales de lo humano. Aquí se deja la puerta abierta
a todo lo sobrenatural que provenga de Dios. Su estudio corresponde más
bien a la teología.
La
importancia de una correcta jerarquía de valores reside, sobre
todo, en la facilidad que puede proporcionar para una eficaz orientación
de la vida entera. Quien no tenga clara la jerarquía de valores
normalmente se encontrará perplejo frente a una decisión
que tenga que tomar.
Con respecto al orden de los valores podemos utilizar ciertos criterios
propuestos por Max Scheler:
a) Duración. Es
superior un valor que dure más que otro. Esto se refiere
a la duración del bien en donde está encarnado un
valor
b) Divisibilidad. Es
superior un valor cuanto menos pueda dividirse. Una obra de arte no
se puede dividir, en cambio los alimentos sí.
c) Fundamentación. Es superior
el valor fundamentalmente con respecto al valor fundamentado. Por ejemplo:
la inteligencia fundamenta el conocimiento científico.
d) Satisfacción. Es
superior el valor que satisface más. No debe confundirse satisfacción
con placer, la satisfacción puede ser intelectual y espiritual.
e) Relatividad. Es superior
el valor que se relaciona con los niveles superiores del objeto o la
persona que está complementado.
A
partir de dichos criterios cada persona puede organizar su propia
jerarquía de valores. El máximo inconveniente consiste
en la facilidad de ese orden. Ya que una cosa es lo que un sujeto
dice acerca d su jerarquía de valores y otra cosa es lo que
de hecho realiza a lo largo de su vida.
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